Un accidente de tráfico, un fuerte golpe en la cabeza, una cirugía cerebral, un ictus o un tumor cerebral, pueden ocasionar trastornos de la visión como visión doble, alteración del campo visual o pérdida de equilibrio. La terapia visual, junto con las lentes y los prismas, son la solución para que la visión no sea un obstáculo en el día a día.
Tras una lesión cerebral adquirida, entre un 50-90% de los pacientes padecen una disfunción visual.
Visión doble
Problemas en cálculo de distancia
Problemas en la convergencia
Perdida de campo visual
No reconocimiento de la mitad del campo visual
Desplazamiento de la línea media
Problemas en la motilidad ocular
Problemas de percepción
Problemas de lectura
Esto son una pequeña lista de las múltiples alteraciones que nos podemos encontrar. Todo esto afecta gravemente a la capacidad de movimiento, a su seguridad y en muchos casos hace que las personas que lo padecen decidan aislarse y no salir de su zona de confort.
Esto puede causar multitud de problemas que afectan a su día a día como dolor de cabeza, golpearse con objetos (como al entrar por la puerta del coche), sentir miedo al bajar las escaleras, evitar ir a sitios con mucha luz y patrones repetitivos como los centros comerciales, sentirse mareado, evitar salir de casa. Si los problemas visuales no son tratados pueden afectar a la rehabilitación psicológica o de logopedia que realizan.